Apreciado amigo/a:
Bienvenido a nuestro pequeño universo paralelo: estás a punto de entrar en el pasaje que separa Maison Matilda del mundo real, a través de una puerta rústica y discreta que te espera bajo las arcadas del centro de Treviso.
Llegarás al Duomo en menos de cinco minutos de paseo entre casas antiguas y palacios suntuosamente ubicados entre un pasado glorioso y un presente silencioso.
Y es precisamente el silencio quien da la bienvenida a nuestros huéspedes: la puerta verde se abre con un crujido seco para dar acceso a un pasaje que, como si de un puente se tratara, parece unir dos realidades; MMaison Matilda aparece paso a paso, envolviendo al huésped con aromas y de detalles que son como un viaje a través del tiempo y el espacio.
Es aquí donde el pasado se encuentra con el futuro, en una dimensión suspendida entre el viaje y la memoria, en que los ambientes estrictamente europeos se abandonan a los placeres exóticos en un mosaico de recuerdos de viaje, mobiliario industrial y muebles de época.
La luz es la protagonista cuando está presente y cuando no lo está.
El resplandor de las lámparas restauradas guía la vista y el paso hacia los espacios compartidos: la gran sala de estar con su escalera original y la chimenea dominada por el pararrayos en forma de pavo real dorado, los sofás que se debaten entre la modernidad y el clasicismo, los revestimientos de madera que recorren todas las paredes ocultando a primera vista la ubicación de las puertas de las habitaciones. A continuación, tenemos la sala para el desayuno, con sus pequeños óvalos de mármol negro, la preciosa mesa francesa y las piezas de arte moderno elegidas con un esmero que roza la perfección.
Todo en Maison Matilda te habla y te relata viajes lejanos, lugares de la mente, emociones atrapadas entre estos cuatro muros de Treviso que encierran el secreto del buen vivir.
Las sábanas son de lino y están hechas a medida para las diversas camas. La ropa de baño es un pequeño cameo de Martin Margiela, y las esencias a disposición de los huéspedes transportan consigo la calidez y el aroma de Ortigia, el refinado corazón de Sicilia.
Pero el gran protagonista eres tú, querido/a cliente, a la vez huésped y casero:ponemos un infinito cuidado en brindarte un servicio impecable, con una cortesía familiar pero rigurosa. Nuestras porcelanas, muy sencillas en su elegancia, esperan la hora del té o del desayuno, preparados según los deseos y necesidades con un cuidado casi materno: «mi principal interés no es la excelencia de la belleza del mobiliario, sino que los invitados me digan que han dormido bien». Es la bienvenida de Viviana Fernandez, propietaria de Maison Matilda, una criatura a la que cuida como a una hija deseada y amada..